UC - Críticas
País: Alemania. Año: 2012. Duración: 85 min. Género: Drama.
Dirección y guion: Jan Ole Gerster. Producción: Jörg Himstedt, Birgit Kämper, Martin Lehwald, Michal Pokorny y Alexander Wadouh. Música: Cherilyn MacNeil y The Major Minors. Fotografía: Philipp Kirsamer. Montaje: Anja Siemens. Diseño de producción: Julianne Friedrich. Vestuario: Huliane Maier e Idilko Okolicsanyi. Distribuidora: Surtsey Films.
Estreno en España: 7 Marzo 2014. |
Interpretación: Tom Schilling (Niko), Friederieke Kempter (Julika), Marc Hosemann, Katharina Schüttler, Justus von Dohnányi, Michael Gwisdek, Andreas Schröders (psicólogo). |
ODA A LA NOUVELLE VAGUE MODERNA
Encumbrada como la película revelación del nuevo cine alemán y avalada con multitud de premios en Europa, esta ‘Oh boy’ se ha granjeado la simpatía de crítica y público gracias a su elegancia visual, la autenticidad lingüística con la que se desenvuelve y a una historia tan ágil y naturalista que deja a su suerte (casi como si no necesitaran de guión) a unos personajes erráticos y carismáticos en los derroteros de una vida con ansias de color, pero que se antoja en hermosos blancos y negros por necesidad.
SINOPSIS: La suerte parece haberle dado la espala a Niko Fischer en un solo día: lo ha dejado con su novia, el cajero se ha tragado su tarjeta de crédito y su psicólogo le ha declarado emocionalmente inestable. Y eso que la mañana acaba de empezar. A lo largo del día deambulará por un Berlín en blanco y negro intentado encontrar su lugar en el mundo o, al menos, una taza de café que parece imposible.
De entrada, el ‘Oh boy’ de Jan Ole Gerster cuenta con todas las bazas de una gran ópera prima: una historia humilde con ganas de trascender y, sobre todo, una firma personalista con la que homenajear sin tapujos ni vergüenza un cine moderno cuya impronta es el verdadero oxígeno una historia que no necesita de metalengüaje para gritar a los cuatro vientos del cielo de Berlín su amor por el cine. Desde Win Wenders a Godard, pasando por Woody Allen hasta Scorsese y, cómo no, Jim Jarmush, son referentes que se mezclan en el desarrollo con una naturalidad agridulce en este homenaje moderno a la nouvelle vague.
Mientras, la historia (o más concretamente, las historias capituladas) de ‘Oh boy’ desarrollan hábilmente un discurso de antihéroe incomprendido que recuerda a ‘El guardián entre el centeno’ y que traslada a ritmo de Jazz la vorágine de Nueva York a un Berlín sonámbulo imbuido en un blanco y negro sorprendentemente justificado para lograr esa fotografía intimista en la que no hay lugar para entretonos, y con la que logra una precisa bipolaridad entre mártir y villano nadando con maestría entre las aguas de la comedia y el drama, el absurdo y la realidad, la cotidianidad y la excepcionalidad. La vida, vamos.